Ahí va una reflexión interesante de Philippe Starck, el ya mítico diseñador industrial famoso por su exprimidor en forma de araña y por aquí por acometer el proyecto de reforma de la Alhóndiga bilbaína.
"Una historia de 8.000 millones de años que empezó hace 4.000 millones de años en forma de bacteria, de pez, de rana, de mono... y que ahora está justo en su mitad. Bueno, pues aquella bacteria no tenía ni idea de lo que íbamos a ser, ni nosotros tenemos idea de lo que seremos en el futuro, antes de que, dentro de 4.000 millones de años, la implosión del Sol provoque la explosión de este mundo. No somos más que mutantes. Y ahí radica nuestra belleza. Y ahí está la diferencia entre nosotros y una vaca: que nosotros somos la única especie animal que ha decidido, por fantasía, asumir el control de la dirección, de la velocidad y de la calidad de nuestra curva de mutación. Eso es extraordinario, pero implica tener claro que no somos lo definitivo, sino una mera transición. Hace cinco minutos usted y yo éramos otros..."
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